La crisis económica es global y por supuesto afecta a las Instituciones de Microfinanzas (IMFs).
Es difícil ofrecer una visión global de la situación puesto que cada país o región tiene sus propias características pero en general podemos afirmar que en los países en desarrollo, el sector de las microfinanzas se ve afectado en varios frentes:
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Menos inversores y donantes: los países ricos reducen sus proyectos de cooperación. Los inversores pierden confianza y encarecen su dinero.
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Mayor volatilidad en los cambios de moneda extranjera: este riesgo afecta particularmente a las IMFs que dependen de fondos internacionales.
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Menor importe de las remesas enviadas por los migrantes: los países que reciben fuertes cantidades de remesas de sus migrantes han visto mermar estos ingresos que alivian la pobreza de muchas familias y generan ahorro.
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Menor nivel de consumo local: los negocios de los microemprendedores se ven muy afectados, sus beneficios bajan.
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Menor capacidad de ahorro de los clientes: las IMFs tienen menos recursos para prestar.
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Aumento de la morosidad: los microemprendedores encuentran dificultades para devolver sus créditos
Con todo ello, las IMFs deben hacer frente a sus obligaciones hacia los inversores y deben atender una demanda de microcréditos que aumenta. Más que nunca el microcrédito puede ser una solución para las personas afectadas por la crisis, nuevos pobres, sin trabajo o migrantes retornados.
La supervivencia de las IMFs va a depender de varios parámetros:
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La duración de la crisis y su impacto en el entorno socioeconómico propio.
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La mejora de su eficacia y de sus técnicas de control de riesgos.
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La reducción de costes.
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El mantenimiento de su misión y de sus criterios éticos.
Las IMFs deberán seguir atendiendo a los más desfavorecidos y no endurecer las condiciones de acceso al crédito. Las personas pobres son las que menos culpa tienen en esta crisis.