¿Qué es el “scoring” ( o credit scoring)?
Antes de otorgar un crédito, una entidad financiera elabora una ficha de evaluación del cliente para determinar su solvencia y asegurar a futuro la devolución del crédito.
Esta ficha de evaluación establece una puntuación, o “scoring” del cliente.
En la banca tradicional los criterios que se tienen en cuenta para obtener esta calificación son básicamente de tipo económico: posesión de bienes (patrimonio), situación laboral, deudas, etc… Asimismo se tiene en cuenta el historial crediticio del solicitante para detectar posibles problemas anteriores de impagos.
Este scoring determina la aprobación del crédito, el importe e incluso la tasa de interés a aplicar, (cuanto más riesgo, más alta puede resultar la tasa de interés).
Estas evaluaciones se obtienen usando unos modelos matemáticos, algunos muy complejos, basados en datos históricos, estadísticos, de comportamiento, etc.
¿Se puede usar una metodología de scoring para el microcrédito?
Cualquier operación de crédito conlleva un riesgo de impago. Si el cliente además no puede aportar garantías el riesgo se eleva. Se afirma que los pobres devuelven sus deudas, sin embargo no es así siempre y las instituciones de microfinanzas igualmente deben asegurar “la viabilidad” de sus operaciones.
El cliente del microcrédito es pobre, no tiene bienes ni patrimonio (o muy escasos), cuenta con pocos ahorros y no tiene historial en la banca tradicional por estar excluido del sistema: un scoring estándar de banca no sirve para evaluar su capacidad de reembolso.
El scoring para microcréditos debe entonces basarse en otros criterios relacionados con la persona, con su negocio, su capacidad de gestión, de ahorro, etc…
¿Es útil realizar este tipo de evaluación para el microcrédito?
Con una metodología que ayude a evaluar las solicitudes, las IMF pueden minimizar los riesgos de impago. Contar con un sistema automatizado que utiliza parámetros objetivos y cuantificables permite complementar unas decisiones basadas a veces en criterios tan subjetivos, aunque también necesarios, tales como “relación de confianza” o “voluntad de pago” del cliente.