Françoise Clementi

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El «grupo solidario» como metodología microcrediticia.

El grupo solidario como metodología microcrediticia

Existen varias metodologías para conceder  microcréditos, una de ellas es la del grupo solidario.

Normalmente esta metodología se aplica en aldeas rurales con mujeres muy pobres. Se utiliza de forma habitual en países asiáticos y de América latina.

Existen algunas variantes pero el modelo es el siguiente:

Se forman grupos de mujeres que se conocen y viven en una misma aldea o barrio.

El grupo se encarga de la propia elección de sus miembros, y se nombra una coordinadora o presidenta.  En grupos con más de 10 miembros pueden existir las figuras de secretaria o tesorera. El representante de la institución microfinanciera (IMF), comprueba la capacidad de reembolso de cada uno de los miembros del grupo, organiza sesiones de capacitación si lo considera necesario y entrega el préstamo.

Cuando el grupo recibe el préstamo, la coordinadora lo divide en partes para cada uno de los componentes del grupo o bien otorga los microcréditos de forma rotatoria a los miembros según el sistema establecido de antemano. Los integrantes del grupo se responsabilizan de forma colectivo de la devolución del préstamo y asimismo se obligan a realizar depósitos de ahorros.

Las cuotas de los créditos se pagan semanal o quincenalmente.  La presión social sobre la mujer que no paga es grande y actúa de garantía para la entidad microfinanciera.

Si el crédito se devuelve de forma correcta, el grupo tiene opción a volver a solicitar otro crédito incluso con un importe mayor.

Este sistema se implantó en países asiáticos en los años 70, el «Grameen Bank»  fue el impulsor de este sistema con grupos de entre 3 y 5 mujeres,  y en América latina, a principios de los años 80, fue impulsado por la organización «Acción International».

Esta metodología aporta una ventaja a las mujeres:  al participar en las decisiones del grupo, mejora la auto confianza y la motivación. Se crean unos vínculos de solidaridad entre ellas y se estimula el  espíritu competitivo.  Para ellas es importante devolver el crédito para no sentirse rechazadas por el grupo.

El sistema es también ventajoso para las IMFs que consiguen unas tasas muy bajas de impagos

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