El calor del interior de la tierra es una fuente natural e ilimitada de energía. Este calor se debe a la radioactividad del núcleo terrestre. A medida que se adentra en la tierra, el calor aumenta: en la corteza, el gradiente de temperatura es habitualmente de unos 30 °C por kilómetro aunque se puede llegar a 150 °C en zonas geotérmicas especialmente calientes.
Se puede aprovechar esta energía a través de distintos procedimientos:
Yacimientos de agua subterránea caliente
Desde la antigüedad se ha aprovechado esta energía especialmente en los baños termales.
El procedimiento consiste en extraer el agua caliente de un pozo para aprovechar su energía y reinyectarla ya enfriada en otro pozo para cerrar el circuito sin que se produzcan emisiones de gases contaminantes ni perdida de agua del yacimiento.
El agua caliente se puede usar para calefacción y climatización aunque llevar el agua caliente desde una zona alejada hasta un nucleo urbano no es sencillo.
Esta técnica puede producir emisiones de gases tóxicos procedentes de las aguas subterráneas.
Rocas calientes
La técnica consiste en enviar agua a presión sobra rocas calientes a gran profundidad. El agua caliente se recupera con un sistema de bombeo. Cuanto más profundo se perfora más caliente será el agua: a partir de los 4.000 metros la temperatura puede alcanzar los 200 º y el vapor obtenido puede utilizarse para generar electricidad.
Inconvenientes:
- No todos los lugares son aptos para usar este método cuyo éxito depende de las características del suelo y del tipo de roca.
- Existe la posibilidad de que se generen microseismos al producirse importantes fracturas en el subsuelo producidas por la acción del agua sobre las rocas calientes.
Géiseres
Países volcánicos como Islandia cuentan con este tipo de energía. El agua expulsada se puede utilizar directamente para calefacción y el vapor para obtener energía eléctrica (turbina de vapor).
Colectores de calor para viviendas unifamiliares
Esta técnica, aunque ya asentada, no se encuentra aun muy implantada. Los costes de instalación son altos pero la inversión se puede amortizar en un plazo de 6 a 10 años. La instalación de este sistema permite tener agua caliente, calefacción y refrigeración constante (independiente del sol y del viento).
Se trata de instalar un sistema de tuberías (horizontales o verticales) debajo de la superficie del suelo (4 a 6 m.) por donde circula un liquido refrigerante. Unas bombas de calor geotérmica permiten obtener calor en invierno y refrigeración en verano.