Los combustibles fósiles proceden de la biomasa acumulada hace millones de años que se ha transformado en sustancias muy energéticas como el petróleo, el gas y el carbón.
El carbón se empieza a utilizar de forma importante en el siglo XVIII como combustible para alimentar las máquinas de vapor (1ª revolución industrial). En la siglo XIX la implantación del ferrocarril se expandió por el mundo y los barcos también dejaron las velas por el carbón mientras que se empezaba generar electricidad para la iluminación.
El petróleo ya conocido en la antigüedad (por ejemplo para su uso como combustible, grasa, pintura, medicina, .. ) se empezó a utilizar de forma industrial a mediados del siglo XIX cuando se abrían los primeros pozos en EE.UU. Actualmente es la base para crear una multitud de productos (plásticos, tejidos, obtención de fertilizantes,… ) y es la fuente del combustible imprescindible para el funcionamiento de todos los vehículos de motor (gasolina, diésel, queroseno, …).
El gas natural se conocía desde hacía mucho tiempo pero no se sabía como transportarlo. El componente principal del gas es el metano y se puede encontrar en yacimientos junto a petróleo o carbón o bien de forma independiente. A finales del siglo XIX se inicia la instalación de tuberías y se utiliza para iluminar las ciudades.
Tanto el carbón como el gas y el petróleo se utilizan para generar electricidad (centrales termoeléctricas).
Estos tres combustibles fósiles son los que han permitido a la humanidad alcanzar su muy alto nivel de desarrollo actual y a la vez son fuentes de mucha contaminación y de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el aumento de las temperaturas y el cambio climático a nivel global.
Es necesario contar en breve con unas fuentes de energía renovable eficientes, no solamente por la contaminación causada por la quema de carbón, petróleo y gas pero también porque las reservas especialmente de petróleo y gas, se van a agotar dentro de unas pocas decenas de años.